Creemos en el Progreso. Creemos que en el futuro todo
será mejor. Tenemos fe y esperanza en el futuro.
Andamos corriendo tras el futuro, pero nunca lo
alcanzamos ¿no es cierto? Vamos de prisa, corriendo,
de prisa, corriendo. Queremos llegar lo antes posible
a ese futuro de promisión. Creemos que esforzándonos
llegaremos a ser lo que queremos llegar a ser.
¿Por qué queremos llegar a ser algo en el futuro?
Porque ahora, aquí mismo, tenemos la sensación de
que no somos. Tenemos tanta prisa en llegar a ser,
vamos tan rápido, que no nos queda tiempo de ser lo
que ya somos ahora, en este preciso momento que es el
único momento que tenemos.
¿Cuándo alcanzaremos el futuro? ¿Cuándo llegaremos
a ser lo que queremos? Tal vez dentro de dos o tres años.
Tal vez dentro de veinte o treinta. ¿Cuánto tiempo
hace que corremos detrás de quimeras?
Lo que es cierto es que este instante presente no es
el futuro. Aún no hemos alcanzado el futuro, pero
hace mucho tiempo que hemos abandonado el pasado.
Hemos perdido el pasado y aún no tenemos el futuro y
ni siquiera vivimos en el presente. Entonces ¿dónde
estamos, dónde somos, en qué tiempo vivimos?
Somos como muertos vivientes, como una quimera sin
tiempo de ser. No somos. Sólo tenemos la sensación
de que estamos vivos.
Ejercicio práctico: Siéntate en la cima de algún
promontorio, cerca de unas rocas, mirando hacia el
poniente en ese momento del crepúsculo en el que el día
se confunde con la noche. Deja que tus ojos sigan el
vuelo raudo del ave rauda hasta que oscilando
desaparezca en la imprevisible línea del horizonte.
Siente cada instante. Mira le cielo y deja que las
nubes fluyan siguiendo su tiempo y borrando toda
huella de pensamiento.
No te harás rico con este ejercicio, pero al menos
sentirás que cada uno de tus instantes son
preciosas gotas de rocío a las que nadie puede
ponerles precio. Entonces sentirás que ya eres
enormemente rico.
Dokushô
Villalba
|