|
Lo que más felicidad da es ser uno mismo, tal
y como uno mismo es. No obstante, creemos que para ser
uno mismo necesitamos tener esto o lo otro. Es
común pensar que cuando uno tenga el suficiente
dinero entonces podrá ser él mismo. Esto es lo que
nos han enseñado nuestros padres, estos es lo que
vemos a nuestro alrededor y esto es lo que estamos
enseñando a nuestros hijos. También mi padre me decía
que tenía que luchar duro en la vida para llegar a
ser alguien el día de mañana. Ser alguien,
tanto para él como para la mayoría, consiste en tener
un buen puesto de trabajo, tener una buena
casa, tener un buen coche, tener una
buena mujer, tener unos buenos hijos, tener
un chalet con piscina, tener una buena reputación,
tener una buena cuenta bancaria, tener, tener,
tener...
Durante años, siguiendo el consejo de mi padre, me
esforcé en llegar a ser alguien, pero al cabo de los
años me di cuenta de que mi padre no me había dicho
quién era ese alguien que se suponía yo tenía que
llegar a ser. En el claustro del monasterio de los jerónimos
de Santiponce, ya desaparecido, me pregunté en voz
alta quién quería yo llegar a ser. La respuesta me
la dio un ciprés que llevaba cien años quieto en el
mismo sitio: tú mismo. Desde entonces llevo veinte años
dedicado a la honorable profesión de ser yo mismo.
Para ser uno mismo no se necesita nada más que ser
uno mismo. No necesitas esforzarte ni convencer a los
demás de lo que tú eres. Basta con que seas tú
mismo desde lo más profundo de tí mismo. ¿Acaso
eres más tú mismo porque hayas ganado las elecciones
municipales a alcalde o porque te hayan otorgado el
Mostachón de Oro? ¿Eres más tú mismo porque te
paseas en Audi
pagado con un préstamo asfixiante? Ser no es
tener. El dicho popular: «Tanto tienes, tanto vales»
es un enorme error de bulto. Si te dicen que vales
mucho porque tienes mucho, no te lo creas.
Dokushô
Villalba
|
|