Sin
lugar a dudas, el sentimiento más universal común a
todas las formas de existencia sensibles es el anhelo de
felicidad, sea como sea que cada ser individual imagine
este estado. En la enseñanza budista se habla de tres
tipos de gozo-felicidad:
-El
gozo-felicidad sensorial, producido por sensaciones
agradables perceptibles por los ojos, los oídos, la
lengua, la nariz y el cuerpo.
-
El gozo-felicidad supra-sensorial producido por
creaciones mentales-emocionales agradables perceptibles
por la mente.
-
El gozo-felicidad superior, surgido de la absorción de
la consciencia en su naturaleza fundamental o vacuidad.
[1]
No
obstante, también la realidad del dolor y del
sufrimiento es universal y común a todos los seres
dotados de sensibilidad.
El
Buda Sakiamuni habló de tres tipos de sufrimientos:
-
Sufrimiento corporal, el dolor físico. Tiene como
soporte el cuerpo y es común a plantas, animales y
seres humanos.
-
Sufrimiento mental-emocional. Nuestra capacidad de
generar deseos es mucho mayor que nuestra capacidad de
satisfacerlos. Por otra parte, las ideas, concepciones y
expectativas que nos hacemos sobre la realidad no
coinciden siempre con lo que la realidad es. Resultado
de esto es la frustración, el desengaño, la
desilusión. Es un tipo de sufrimiento propio de los
seres humanos.
-
Sufrimiento existencial o esencial. En la mayoría de
los seres humanos, la consciencia surge asociada al ego,
o autoconsciencia. Cada uno está identificado con su
existencia individual. Como seres autoconscientes
sabemos que vamos a morir. Debido a la identificación
con la existencia individual tememos la muerte, porque
el apego a la existencia individual implica un deseo de
continuar viviendo y un rechazo de la propia
disolución. Este apego a la autoperpetuación y este
rechazo a la disolución de la existencia individual
genera la principal fuente de angustia y de ansiedad, es
decir, una forma de sufrimiento propia de los seres
autoconscientes.
2
Desde
un punto de vista más preciso, los distintos tipos de
sufrimientos tienen su origen en los distintos niveles
de lo que, según la filosofía perenne, se llama la
Gran Cadena del Ser. Existen diversas maneras de
presentar estos niveles. Ken Wilber ha popularizado en
su obra una versión bastante amplia y completa.
3
Me gustaría ahora exponer brevemente mi visión de los
distintos niveles de la Gran Cadena del Ser y de los
tipos de sufrimientos asociados a ellos, utilizando
básicamente los empleados por Ken Wilber pero
añadiendo algunos aspectos que considero importantes.
A.
REINO DE LA SUBCONSCIENCIA
I
-Zona pre-biográfica:
1.
Nivel de las tendencia kármicas (sanskhara, en
sánscrito). Desde el punto de vista del Budismo, la
concepción de un nuevo ser requiere la presencia de
tres elementos: padre-madre, circunstancias ambientales
favorables y tendencias kármicas, es decir, la energía
kármica liberada por los difuntos en el momento de su
muerte y que, impulsadas por el deseo de existencia,
tiende a materializarse durante la concepción de un
nuevo ser. Esta energía kármica llega impregnada de
tendencias y semillas kármicas que condicionan la
concepción y el futuro desarrollo del nuevo ser. Parte
del sufrimiento que experimentamos tiene su origen en
estas tendencias kármicas.
4
II.
Zona Biográfica: Comienza con la concepción y en ella
cabe distinguir la franja pre-personal y la personal.
Franja
pre-personal:
2.
Nivel Perinatal. Los trabajos de Stanislav Grof
han puesto de relieve la profunda influencia que las
experiencias vividas durante lo que él llama Matrices
Perinatales (MPN) tienen en la formación ulterior del
ser. Creo que estas Matrices Perinatales deben ser
consideradas con un nivel más dentro de la estructura
total del Ser. Según Grof, estas Matrices Perinatales
constituyen el núcleo alrededor del cual se organiza la
estructura de la personalidad. Muchos disfuncionamientos
que aparecen después en otros niveles superiores tienen
su origen en estas fases perinatales.
5
3.
Nivel fisico-sensorial. El hecho de ser cuerpo
físico implica la posibilidad de experimentar
sufrimiento y dolor físico. Si además, el cuerpo ha
sufrido algún tipo de disfuncionamiento en su
formación, el dolor y el sufrimiento se hacen más
evidentes. En este nivel evolutivo tienen además su
origen las psicosis autistas, las psicosis simbióticas,
las esquizofrenias y las psicosis depresivas.
4.
Nivel emocional-sexual. Después del nacimiento
extrauterino, el recién nacido debe afrontar aún su
nacimiento emocional y psicológico. Este sigue pautas y
fases que han sido estudiadas por la psicología
evolutiva. Cualquier disfuncionamiento en una o algunas
de estas fases se manifestará más tarde como dolor y
sufrimiento emocional-sexual. Los trastornos narcisistas
y bordeline tienen su origen en este nivel.
6
5.
Nivel representativo. A través de la función
representativa, la conciencia individual genera una
imagen interior subjetiva de la realidad objetiva
mediante el proceso cognitivo. No obstante, pueden darse
errores en las fases de captación (por los órganos
sensoriales), de transmisión (a través del sistema
nervioso), de procesamiento (a través de las distintas
zonas cerebrales). Los errores en el proceso cognitivo
crean representaciones erróneas de la realidad y éstas
se convierten en causas de dolor y de sufrimiento.
7
Las neurosis bordeline y las psiconeurosis tienen su
origen en este nivel.
B.
REINO DE LA AUTOCONCIENCIA
Franja
personal:
6.
Nivel operacional (regla-rol). Si la imagen
interior subjetiva generada durante el proceso cognitivo
es errónea, el individuo no conseguirá adaptarse a la
realidad. Su acción en y sobre el mundo (relaciones
personales, sociales, con el medio ambiente, etc.) será
torpe y no encajará realmente con lo que la realidad es
en sí. Esta inadaptación es una de las causas de un
tipo de dolor y de sufrimiento asociado al
disfuncionamiento de la existencia individual en el seno
de la trama de la vida. Las patologías relacionadas con
el self-rol y del tipo guión-cognitiva tienen su origen
en este nivel.
8
7.
Nivel reflexivo-formal. Las crísis de identidad,
neuróticas o no, tienen su origen en este nivel.
¿Quién soy yo? Las respuestas insatisfactorias o
incompletas son causa de un tipo de sufrimiento asociado
a la pérdida del sentimiento de identidad.
8.
Nivel lógico existencial. ¿Cuál es el
propósito y la función de la vida humana (y de la
propia existencia individual) en el seno de la vida
cósmica? ¿Cuál es el sentido de la vida y, en
concreto, de mi propia existencia? En este nivel del
ser, estas preguntas se vuelven dramáticamente urgentes
e insoslayables. En muchas tradiciones indígenas
americanas se practica la búsqueda de la visión, es
decir, del propósito de la propia existencia
individual. Sin un propósito claro, la vida humana se
vuelve instintiva y mecánica. Gran parte de nuestros
coetáneos sufren este sufrimiento existencial porque su
mera inserción en el engranaje de producción-consumo
no basta para darle un sentido a su existencia. Son los
sufrimientos propios de las patologías existenciales.
C.
REINO DE LA SUPRACONCIENCIA
III.
Zona trans-biográfica.
Franja
trans-personal:
-9.
Nivel
psíquico
10. Nivel
sutil
11. Nivel
causal
Más
allá de la mente lógico-racional y de la consciencia
de ego se abren los llamados estados o niveles
transpersonales. El individuo experimenta una expansión
de su identidad y una identificación con aspectos de la
realidad hasta entonces inconscientes o desconocidos. La
irrupción y la consolidación de estos nuevos estados
también están sometidos a trastornos o patologías
(los llamados por Ken Wilber trastornos psíquicos,
sutiles y causales) y a experiencias de dolor y de
sufrimiento.9
La literatura de las tradiciones espirituales y
esotéricas está llena de estos casos.
Más
allá (y más acá) de cualquier nivel y actuando como
el fondo blanco del papel sobre el que se ha escrito
todo esto, fundido con todo lo que se ha escrito, se
encuentra el nivel de la Realidad Ultima o No-dual.
Este
no es el lugar adecuado para entrar en una descripción
de cada uno de estos niveles, franjas, zonas y reinos,
ni en su dinámica de desarrollo. Para ello remito al
lector a la obra de Ken Wilber. Lo que aquí nos
interesa es saber que los distintos tipos de
disfuncionamientos, trastornos o patologías
(sufrimiento) que experimentamos los seres humanos
tienen su lugar de origen en uno o en varios de estos
niveles
Hemos
visto que cada tipo de sufrimiento específico tiene sus
propias causas específicas. No obstante, desde el punto
de vista de la enseñanza del Buda, todas las causas se
resumen en una: la ignorancia. Hay diversas formas de
definir esta ignorancia. Claudio Naranjo, basándose en
un análisis budistas, la identifica con el "vacío
óntico", o pérdida de la consciencia clara de la
naturaleza del propio ser. Por mi parte, me gusta
presentarla como un "error de percepción", es
decir, como una representación incorrecta o incompleta
de la realidad del propio ser. El término japonés para
designarla es mumyo: oscuridad, falta de claridad, en el
sentido de ausencia de consciencia clara. Otra forma de
presentar este estado de ignorancia es considerándolo
como un error en el proceso cognitivo
10
a través del cual la mente humana trata de aprehender
la realidad. El resultado de este error es una imagen
mental ilusoria (distorsionada) de la realidad. Debido a
esta distorsión cognitiva, el individuo humano genera
un comportamiento torpe e inadaptado a la realidad que
es y que le envuelve. La manifestación de todo ello no
es otra que el dolor y el sufrimiento, es decir, un
estado de existencia desgraciado en el que no se realiza
el anhelo fundamental de felicidad. Desde este punto de
vista podríamos definir la felicidad como una perfecta
adaptación física, emocional, mental, espiritual,
social y medioambiental del ser humano en su verdadera
realidad.
Puesto
que existen distintos tipos de sufrimiento, distintos
tipos de causas y distintos niveles del ser en los que
se originan estas causas (o una misma causa que se
manifiesta en distintos niveles del ser), las
herramientas o medios terapéuticos destinados a la
sanación del sufrimiento deben ser también variadas y
distintas. Los distintos sistemas psicoterapéuticos
actuales responden a esta realidad.
Por
ejemplo, la terapia de regresión se manifiestan
adecuadas para conectar con las tendencias kármicas,
con las fases perinatales, con los trastornos propios de
los niveles fisico-sensorial y emocional-sexual. Las
técnicas para acceder a los estados regresivos son
también variadas; hipnosis, hiperoxigenación o
hipooxigenación, rebirthing, bañera de aislamiento
sensorial y también terapias con LSD y terapias con
Ketamina
11,
así como una mezcla de varias ellas. Ken Wilber, aunque
sin hacer referencia a sustancias enteógenas, da una
idea acerca de qué sistemas psicoterapéuticos son
apropiados para las patologías propias de cada nivel.
12
Originalmente,
el Dharma Budista es una camino de sanación del
sufrimiento existencial o esencial. La meditación zen
opera mediante una tecnología interior tendente a
favorecer la irrupción y la consolidación de los
niveles transpersonales del ser. Cada una de las formas
tradicionales que ha adoptado el Dharma budista se ha
especializado en el desarrollo de uno o varios de estos
niveles. Por ejemplo, la tradición del Budismo
tántrico permite el desarrollo de los niveles
psíquico, sutil y causal. Otras, como las tradiciones
Dzogcheng y Zen, enfocan directamente los niveles causal
y no-dual.
La
tradición Zen se caracteriza por "apuntar
directamente a la raíz, sin detenerse en las ramas o en
las hojas". Esto es, apunta directamente a la
realización del nivel causal de la Suprema y Perfecta
Sabiduría (anokutara samyaku sambodhi, en jap.). No
obstante, en el Denkoroku
12
o "Crónicas de la Transmisión de la Luz",
del patriarca soto zen japonés Keizan Jokin,
encontramos un gran número de biografías de los
maestros del linaje zen, especialmente de los maestros
indios, en las que aparecen gran cantidad de
experiencias que corresponden a los niveles psíquicos y
sutiles.
En
pocas palabras, la dinámica interna de la meditación
Zen consiste en la generación de un estado de Presencia
basado en una atención lúcida y mantenida instante
tras instante, y desarrollada a través de sus dos
aspectos de concentración y observación. Este estado
de Presencia permite:
-
El apaciguamiento, la trascendencia, la observación y
la integración de la actividad sensorial (nivel
físico-sensorial)
-
El apaciguamiento, la trascendencia,la observación y la
integración de la actividad emocional (nivel
emocional-sexual).
-
El apaciguamiento, la trascendencia, la observación y
la integración de la actividad mental (nivel
representativo, operacional, reflexivo-formal y
lógico-existencial).
-
El apaciguamiento, la trascendencia, la observación y
la integración de la actividad de la conciencia alaya,
(inconsciente individual, colectivo y cósmico) (nivel
psíquico).
-
El acceso, la observación y la integración de la
consciencia sutil (nivel sutil).
-
La realización, la trascendencia y la integración de
la propia naturaleza de Buda (nivel causal) (amala, en
el budismo).
-
La realización de la No-dualidad fundamental entre
Vacuidad y Fenómenos (Realidad Absoluta No-dual).
Se
han empleado distintos nombres para referirse a las
sustancias o plantas que contienen fuerte poder de
transformar la consciencia tales como psicotropos,
psiquedélicos, alucinógenos, etc. Personalmente
prefiero el término enteógeno (lit. surgimiento de la
Divinidad –Absoluto- interior)
13
Los
enteógenos son sustancias o preparados, vegetales o
sintéticos, que permiten al usuario liberarse
momentáneamente de la percepción de la realidad creada
por la mente lógico-racional y le ponen en contacto con
experiencias procedentes de los demás niveles de la
Cadena del Ser. Dentro del mundo vegetal encontramos la
ayahuasca, el peyote, el cannabis, los hongos
psilocíbicos, el yopo, la seta amanita muscaria, la
salvia divinorum, el cactus San Pedro, la iboga, etc.
por citar sólo los más conocidos. Los principios
activos de muchos de ellos han sido ya sintetizados en
laboratorios. Dentro de los sintéticos que no se
encuentran fácilmente en la naturaleza encontramos el
MDMA, el MDA, la ketamina, entre los más conocidos.14
Los
enteógenos son herramientas y han sido utilizados como
herramientas desde los orígenes de la Humanidad y cada
vez cobran más pesos las teorías que los sitúan en la
génesis misma de las religiones y tradiciones
espirituales.15
Siendo
herramientas tienen un poder específico pero el
resultado de su uso depende de la actitud y del
propósito con los que se usa.
Es
innegable el poder benéfico que el uso de estas
sustancias tiene en el campo de la psicoterapia, dentro
de un marco psicotarapeútico y usado con consciencia
por profesionales honestos. La ibogaina está siendo
usada en el tratamiento de desintoxicación de
alcohólicos
16
y de heroinómanos, así como la ayahuasca
17
y la ketamina
18.
Los trabajos de Anne Shulgin y de otros han puesto en
evidencia la eficacia del MDMA y del MDA en psicoterapia
general
19.
S. Grof usó el LSD en la exploración y sanación de
los trastornos generados en las matrices perinatales
20.
K.L Jansen está estudiando el uso de la ketamina en
proceso psicoterapéutico relacionados con las
experiencias de muerte-renacimiento
21.
R. Yensen sigue usando distintas sustancias enteógenas
aplicadas a la psicoterapia en su centro de
investigaciones de Baltimore.
22
Muchos indígenas americanos han podido superar su
adicción al alcohol mediante el uso ritual del peyote
dentro de un contexto ritual y tradicional, etc.23
Creo
que ningún practicante budista puede objetar nada al
uso psicoterapéutico de los enteógenos, uso que tiene
como propósito último el de sanar a un ser humano de
algún tipo de trauma doloroso generado en algún
momento de su evolución. Dado que una de las máximas
en el Dharma Budista dice: "Que todos los seres
puedan liberarse del sufrimiento y de las causas del
sufrimiento", no encuentro ninguna razón
moralmente válida por la que los psicoterapeutas no
puedan usar estas sustancias en pos de la sanación del
dolor y del sufrimiento de los seres humanos, dado
además que el uso racional de ellas no conlleva ningún
tipo de daño físico ni mental, ni da lugar a la
adicción.
En
las tradiciones chamánicas que han usado y siguen
usando los enteógenos, el poder terapéutico y el poder
de despertar espiritual de los enteógenos no están
separados.
24
El chamán es un sanador y un guía espiritual al mismo
tiempo. De hecho, la mayoría de las veces la sanación
surge precisamente de una experiencia de despertar
espiritual. ¿Qué significa "despertar
espiritual"? Sintetizando, podríamos decir que una
experiencia de despertar espiritual es aquella en la que
emerge uno o varios de los niveles llamados
transpersonales o trascendentales (psíquico, sutil,
causal y no-dual). Los enteógenos tienen el poder de
favorecer la emergencia de estos reinos espirituales,
inherentes a la naturaleza humana.
En
efecto, al disolver el férreo control de la mente
lógico-racional sobre la percepción de la realidad,
los enteógenos propician, por una lado, la aparición y
la observación de contenidos procedentes de los niveles
pre-personales (aspecto regresivo) y por otro lado, la
aparición y observación de contenidos procedentes de
los niveles trans-personales (aspecto trascendental). Es
entonces la responsabilidad del terapeuta o del guía el
ayudar al experimentador a integrar adecuadamente estos
contenidos, propiciando la sanación de los traumas, por
un lado, y el acceso a estados de conciencia superiores,
por otro.
La
pregunta que mucha gente se hace es la siguiente:
¿Puede un budista serio, un meditador comprometido,
usar eventual o sistemáticamente las sustancias
enteógenas como herramientas de autoexploración y de
apoyo en su búsqueda del despertar espiritual?
Mi
respuesta es sí y sí, sí y no, no y sí, no y no. Al
mismo tiempo. En una palabra: depende. Esto es, depende
de porqué, de cómo, de cuándo, de con qué, de con
quién, de para qué, de cuánto. Depende de las
circunstancias externas e internas de cada uno en cada
momento dado. Depende de lo que ha venido en llamarse el
setting y el set. Y sobre todo depende, según mi propia
experiencia, de la capacidad del explorador para
enfocar/desenfocar la atención. En efecto, una
atención no cultivada tiende hacia la fijación rígida
(obsesión) o hacia la dispersión. Esto sucede también
en los estados de consciencias ordinarios. La práctica
budista es un entrenamiento de la atención que trata de
evitar las actitudes extremas de la fijación rígida y
la dispersión. El entrenamiento en meditación es una
excelente ayuda para hacer frente a los estados
expandidos de consciencia que generan los enteógenos y,
a la inversa, la intensidad y la rotundidad de los
estados expandidos es una gran ocasión para aplicar de
forma rotunda los logros obtenidos mediante el
entrenamiento en meditación. Una atención bien
templada (ni fijación rígida ni dispersión) puede
fluir con estabilidad y con flexibilidad en medio de
experiencias mentales intensas. En el Budismo se habla
de cinco tipos de estados de consciencia según el nivel
de atención:
1.
Estado ordinario, en el que la atención está centrada
en el yo y en lo mío.
2.
Estado de sueño inconscientes con sueños. En este
estado, la atención funciona de forma inconsciente,
enfocándose y desenfocándose rápidamente de un
contenido a otro, siguiendo las tendencias kármicas
(sanskharas) inconscientes.
3.
Estado de sueño inconsciente sin sueños, durante el
cual la consciencia reposa en su naturaleza original
(dharmata), sin que haya consciencia de ello.
4.
Estado del sueño consciente con sueños. Es el estado
de sueño lúcido. La atención no está centrada en el
yo y en lo mío, sino que actúa como un espejo que
refleja sin elegir ni rechazar. Se trata del estado
propio de la meditación profunda, que puede darse tanto
en la postura de meditación sedente, como en la postura
de meditación acostada. El maestro Zen chino Tozan
Ryokai llamó a este estado Hokyo Zan Mai (El Samadhi
del Espejo Precioso).
5.
Estado del sueño consciente sin sueños. Este estado es
propio de los meditadores muy avanzados, cuya atención
entrenada les permite permanecer en la naturaleza
no-nacida y no-extinta de la Consciencia en la que nada
nace ni nada muere. El maestro Zen Eihei Dôgen llamó a
este estado O-Zan Mai (El Samadhi Rey de los Samadhis).
Estos
estados se corresponden con los distintos estados de
bardo de los que se habla en el Budismo Tibetano. Por lo
general, una mente no entrenada que se adentra en el
universo de los enteógenos tiende a oscilar entre los
estados 2 y 3 y raramente en el 4, y mucho menos en el
5. Por el contrario, una mente entrenada puede reconocer
fácilmente que los estados generados por los
enteógenos (salvando la potencia y las características
propias de cada uno de ellos) son muy similares a los
estados de meditación profunda o de sueño lúcido.
Si
la mente está realmente bien entrenada, el explorador
podrá dejar atrás el estado de sueño lúcido y
acceder al de sueño consciente sin sueños.
Según
mi propia experiencia, los enteógenos potencian en cada
uno las actitudes internas y las tendencias kármicas de
su propia mente.
Siento
que en el Dharma budista no hay ningún principio moral
ni dogmático que aliente ni que prohiba el uso de
enteógenos de forma total y universal. La decisión en
un sentido o en otro depende exclusivamente de la
conciencia y de la apreciación individual de cada uno,
ya sea maestro del Dharma o simple practicante.
Acerca
del Quinto Precepto "No intoxicar cuerpo ni
mente".
Es
cierto que en el Budismo existen los Preceptos (sila, en
sans.; kai en jap.). La articulación, la comprensión y
la práctica de estos Preceptos difiere mucho de una
tradición budista a otra. En la tradición Soto Zen los
bodhisatvas y los monjes recibimos los Dieciséis
Preceptos en el transcurso de la ceremonia de
ordenación (jukai). Los tres primeros corresponden a la
Toma de Refugio en los Tres Tesoros (Buddha, Dharma,
Sangha). Los tres siguientes corresponden a los Tres
Preceptos Puros (evitar el mal, hacer el bien,
beneficiar a todos los seres vivientes). Los diez
siguientes corresponden a los Diez Preceptos
Principales. Dentro de estos últimos, el quinto
precepto dice: "No intoxiques el cuerpo ni la
mente". Otra forma de articularlo es "No te
embriages" y también "No consumas ni vendas
sustancias embriagantes". Una lectura superficial
de este preceptos puede hacernos llegar a la prematura
conclusión de que los budistas serios tienen prohibido
el uso de enteógenos. No obstante, deberíamos
profundizar un poco más y clarificar el sentido de
términos tales como "tóxico",
"ebriedad", "embriagante",
"intoxicación del cuerpo y de la mente" etc.
Un
simple vaso de buen vino tinto es un tóxico. Una buena
comida también es un tóxico (genera toxinas en el
interior del cuerpo y puede provocara un estado de
somnolencia mental). El aire que se respira en las
grandes ciudades es tóxico. Tomar el sol es tóxico. La
aspirina es un tóxico. Los remedios naturales también
son tóxicos. No debemos olvidar la frase de Paracelso,
uno de los padres de la medicina occidental: "La
única diferencia entre un veneno y un remedio es la
dosis".
Los
enteógenos, tomados en la dosis apropiada, no son
venenos que empozoñan el cuerpo y entontecen la
conciencia (sólo relativizan momentáneamente la
visión de la mente lógico-racional), sino medicinas
que curan algunas enfermedades del cuerpo y disuelve
ciertos venenos de la conciencia. La dosis es pues
importante, así como el estado de la atención mental
de cada uno.25
En
los "Comentarios de Bodhidharma sobre los Preceptos
de la Mente Única", transmitido por Eihei Dôgen
como la quintaesencia de los Preceptos del Buda en su
obra Kyojukaimon (o "La Puerta de la Transmisión
de los Preceptos")26
encontramos los siguientes comentarios sobre este quinto
precepto:
"El
Dharma es intrínsecamente puro. Cuando no aparece la
ceguera de la ignorancia se practica el precepto de no
embriagarse".
Esta
es la médula del quinto precepto: el mayor tóxico de
todos es la ignorancia. Cuando la consciencia se libera
de la ignorancia, se practica el precepto "no
embriagarse". Desde mi punto de vista y desde mi
experiencia personal, el uso correcto de los enteógenos
permiten el acceso a estados superiores de consciencia,
caracterizado por mayor lucidez, mayor comprensión,
mayor compasión y cambios importantes y medibles en la
coducta. Esto es, facilitan la disolución de la
ignorancia, entendida como percepción limitada de la
realidad centrada en el yo y en lo mío.
Al
decir esto, no estoy proponiendo "barra libre de
enteógenos" para todos en todo momento y
circunstancias. En todo momento los enteógenos deben
ser usados con sabiduría (prasjña) y con medios
hábiles (upaya), en el contexto apropiado (setting),
con un propósito apropiado (bodaishin) y en un estado
interior apropiado (sit).
Los
entéogenos han sido usado tradicionalmente, y siguen
usándose todavía en muchos casos, en contextos
socio-culturales en los que eran y son aceptados como
medicina para el cuerpo y el alma.
El
contexto socio-cultural de Estados Unidos y el de los
paises de la órbita estadounidense como España es
diferente. En estos países la mayoría de los
enteógenos están prohibidos, han sido puesto fuera de
la ley y equiparado a drogas tales como la heroína, la
cocaína, el crack, etc. Es decir, su uso ha sido y
sigue siendo criminalizado. Personalmente soy partidario
de la despenalización del cultivo, comercio y uso de
los enteógenos. La prohibición es un problema
político, económico e ideológico y de ninguna manera
científico ni moral.
Dado
el carácter ilegal del uso de los enteógenos, y de los
correspondientes problemas con las leyes que cualquier
practicante budista que los use puede encontrar, puedo
comprender perfectamente que muchos maestros budistas
desaconsejen a sus estudiantes relacionarse con ellos.
Yo mismo no aliento a nadie a usar enteógenos. Mi
investigación sobre los enteógenos es exclusivamente
personal y privada. La razón por la que actúo así es
precisamente por su carácter ilegal actual.
No
obstante, es importante comprender que el problema no
está en el uso en sí de los enteógenos, sino en el
marco socio-cultural que lo prohibe y lo penaliza.
Personalmente considero que la prohibición de los
enteógenos es un atentado contra la libertad de
conciencia y contra la libertad religiosa. En este
sentido, como miembro del Consejo de Ancianos de la
Organización de Tradiciones Unidas
27,
he propuesto la creación en el seno de dicho Consejo de
un Grupo de Estudio sobre Enteógenos con los objetivos
de clarificar el uso sacramental de los enteógenos que
practican múltiples tradiciones espirituales del
planeta y el de defender su derecho a este uso.
No
quisiera terminar este artículo sin hacer una somera
referencia a mi experiencia personal, no con la
intención de erigirme en modelo sino como un simple
testimonio.
Fumé
mi primer cigarrillo de hachís a los dieciséis años,
siendo estudiante de la Universidad de Sevilla. Tiempo
después tuve mi primera experiencia con el LSD.
Puedo
decir sin lugar a dudas que ambas sustancias
transformaron mi mente y prepararon el terreno sobre el
que años más tarde construiría mi práctica
espiritual del Budismo Zen. No obstante, las
circunstancias externas e internas de aquella época
(principio de los setenta) no eran las más propicias
para extraer lo mejor de estas experiencias. Más bien
lo contrario. Si bien las experiencias con LSD de esta
época me hicieron experimentar estados de enorme
alegría y felicidad ante la belleza y la armonía de la
realidad percibida en estado expandido, también me
pusieron en contacto con contenidos muy dolorosos de mi
propia sombra y me hicieron descender a los reinos del
inframundo. Dado que no contaba con ningún guía
experto, no pude integrar adecuadamente estas
experiencias y, al cabo de cierto tiempo de uso, me
encontré inmerso en una profunda crísis emocional,
mental, existencial y espiritual.
Tuve
entonces la gran oportunidad de entrar en contacto con
la práctica del Budismo Zen. Zazen cambió mi vida por
completo: ordené mi forma de vida, me hice vegetariano,
me corté los cabellos, cambié de forma de vestir,
dejé los círculos de amigos y conocidos en los que me
había movido hasta entonces, dejé de tomar cualquier
tipo de sustancia, volví a la universidad (la había
abandonado un año antes) y un torrente de aire fresco y
de energía renovada entró en mi vida. Tenía veinte
años.
Me
dediqué intensamente al estudio y a la práctica del
Zen. Un año después, recibí la ordenación de monje
del maestro Taisen Deshimaru Roshi, en París. Bajo su
dirección estudié y practiqué el Zen hasta 1982, año
de su muerte. Entonces continué estudiando con el
maestro japonés Shuyu Narita Roshi, abad del templo
Todenji, en el norte de Japón. Fundé un centro de
meditación en Madrid y la Asociación Zen de España.
Durante varios años viajé a Japón una vez al año por
periodos de uno a tres meses, practicando en los
principales templos zen japoneses. En 1987 recibí la
transmisión del Dharma de mi segundo maestro. En 1989
fundé el templo Luz Serena, en el que vivo actualmente
con una pequeña comunidad de practicantes, y la
Comunidad Budista Soto Zen española que engloba a
varios centros de práctica repartidos por el país.
En
1995 conocí a Aurelio Díaz Tekpankalli, un indio
mexicano purepecha que había sido instruido e iniciado
en la tradición lakota. Aurelio es un Jefe espiritual
lakota, fundador de la Iglesia Nativa Americana de
Itzachilatlan, con sede en Dakota del Sur. Fui invitado
a participar en un temascal (cabaña de sudación) y a
un Círculo de Medicina en el que Aurelio dirigiría una
ingestión ritual de peyote. Hacía veinte años que no
tomaba ningún enteógeno. La experiencia fue
impactante. Reconocí en Aurelio a un hermano espiritual
y al peyote como un potente maestro y una gran medicina.
Un año después le invité a participar en el I
Encuentro de Tradiciones Espirituales que celebramos en
el templo zen Luz Serena. Allí sellamos una Alianza de
Hermandad Espiritual. Aurelio me inició en el uso
sacramental del peyote. Algún tiempo después yo mismo
dirigiría una sesión especial para un grupo de
terapeutas y de personas que acababan de terminar un
proceso psicoterapéutico de cinco años. Los resultados
fueron alentadores. A partir de entonces comencé a
interesarme cada vez más por las culturas chamánicas
tradicionales y el uso sacramental de las distintas
plantas maestras.
En
1998 conocí a Josep Mº Fericgla, profesor de
antropología de la Universidad de Barcelona (Spain),
quien durante años había estudiado la cultura shuar de
la amazonía ecuatoriana y, en concreto, el uso ritual
de la ayahuasca. Gracias a él pude experimentar en
varias ocasiones con la ayahuasca.
En
los últimos años he estudiado las obras de R. Wasson,
de Albert Hoffman, de Terence McKenna, de Jonattan Orr,
de R. Yensen y otros. Mi investigaciones teóricas han
sido acompañadas de algunas experiencias esporádicas
con peyote, ayahuasca, hongos psilocíbicos y otras
plantas y sustancias.
Al
mismo tiempo he seguido practicando regularmente zazen
cada día mañana y tarde, dirigiendo retiros intensivos
de meditación zen, publicando dos libros al año sobre
el Zen, preparando artículos, dando conferencias y
seminarios sobre Budismo Zen y dirigiendo la comunidad
de residentes del templo Luz Serena. Puedo decir que el
estudio y las experiencias sobre y con enteógenos no
sólo no me han "embriagado" sino que me han
ayudado enormemente a ampliar mi percepción sobre la
realidad, a clarificar los aspectos más oscuros de mi
propia sombra personal, a experimentar con una gran
intensidad estados superiores de la conciencia de los
que antes sólo tenía referencias por la propia
literatura budista, a encontrar nuevos cauces para mi
creatividad y, en definitiva, a ser una persona mejor y
un maestro zen más comprensivo y tolerante. Esto no es
sólo el fruto de mis experiencias con enteógenos, sino
de la interacción de estas con mi práctica espiritual
en la tradición budista zen.
Actualmente
estoy trabajando en la tarea de elaborar un mapa
ampliado de la Consciencia que incluya la Gran Cadena
del Ser presentada por Ken Wilber, combinada con los
estados superiores de consciencias enseñados en la
tradición budista (dhyana, samapatti, samadhi,
nirvana), de forma que los estados expandidos de
consciencia experimentados gracias a la meditación y a
las sustancias enteógenas puedan ser cartografiados,
identificados y usados de la mejor forma posible, en la
medida en la que esto pueda hacerse.
Los
enteógenos, usados en el marco apropiado, por personas
capacitadas, con el propósito adecuado, en la dosis
apropiada y en el estado interno correcto, manifiestan
un gran poder de sanación de los distintos tipos de
sufrimientos generados por distintas causas en los
distintos niveles existenciales del ser humano. Puesto
que el propósito ultimo, en el terreno de la
psicoterapia, es que "todos los seres se liberen
del sufrimiento y de las causas del sufrimiento" no
siento que exista contradicción entre el uso de
enteógenos en psicoterapia y la enseñanza y la
práctica del Budismo Zen.
Al
mismo tiempo, los enteógenos facilitan la emergencia de
los estados superiores de conciencia, estados que
después deben ser integrados en el conjunto de la
personalidad de quien los experimenta y en su vida
cotidiana. Siento que el simple uso de los enteógenos
no es suficiente para integrar estos estados en el
conjunto de la personalidad y en la vida cotidiana, de
la misma forma que una simple experiencia de satori o de
insight no basta para generar una transformación real
de la personalidad si no va acompañada de integración
y vivencia cotidiana.
El
uso de los enteógenos, como la práctica misma de la
meditación, necesita una visión global y una base
ética cuyo objetivo último tienda a la felicidad de
todos los seres vivientes. Los enteógenos pueden ser
usados erróneamente como meros embriagantes o
narcóticos, de la misma manera que la religión,
budista o cualquier otra, la política y la cultura o el
beisbol pueden ser erróneamente usados como "opio
del pueblo".
Por
otra parte, no podemos encontrar en la enseñanza
budista ningún principio que prohiba tajantemente la
interacción de los enteógenos y práctica budista, ya
que el quinto precepto "No embriagarse" se
refiere, en última instancia, a los Tres Venenos
(ignorancia, aversión y apego) y, en su raíz, al
veneno de la ignorancia. Aquellos que han experimentado
estados superiores de consciencia con plantas maestras saben
que su experiencia no es fruto de la embriaguez ciega
sino de la lucidez y del conocimiento. El hecho de que
un practicante budista decida usar o no usar enteógenos
es algo que debería ser dejado a su exclusiva elección
personal, siendo tan respetable una elección como la
contraria.
El
problema actual con los enteógenos en las culturas
occidentales u occidentalizadas radica más en su
ilegalidad que en su propia naturaleza interna. La
ilegalización de los enteógenos responde a intereses
económicos, políticos e ideológicos más que a
criterios científicos o morales.
En
mi experiencia personal, los enteógenos me están
ayudando, entre otras cosas, a clarificar el propósito
de mi existencia, a descubrir e integrar los aspectos
más oscuros de mi sombra, a liberar mi creatividad, a
experimentar con un intensidad inusitada el estado de
sueño lúcido y el de sueño sin sueño en el que la
Clara Luz del Ser brilla atemporalmente más allá del
tiempo y del espacio, más allá del nacimiento y de la
muerte.
.