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La segunda mitad del siglo XX ha sido testigo de la llegada de las
tradiciones espirituales orientales a Occidente, entre ellas el Budismo
Zen con su practica básica, la meditación zazen. Actualmente se cuentan
por centenares los centros de meditación zen en Estados Unidos, Canadá
y Europa. También en España se observa un crecimiento progresivo de
centros zen y de personas que lo practican. La práctica de la
meditación zen está formando cada vez mas parte de nuestras costumbres.
Sin lugar a dudas, este hecho está siendo muy positivo y tendrá una
influencia cada vez mayor en nuestra manera de ser y de percibir la
realidad.
El jardín secreto.
Nuestra mente es a menudo parecida a un océano agitado en el que
continuamente se agitan las olas de su actividad incesante: emociones
contradictorias, pensamientos variados, sensaciones, expectativas, etc.
La sociedad de consumo que sufrimos dirige nuestra atención hacia la
realidad externa, en pos de la adquisición de bienes y de información.
La industria del deseo excita nuestras ansias mostrándonos una
zanahoria ilusoria magníficamente presentada por las agencias de
publicidad. De esta manera la noria de nuestros días va girando y
girando, año tras año, al mismo tiempo que la serenidad interior y el
verdadero estado de felicidad se alejan cada vez más de nosotros.
En contraste, nuestro mundo interno permanece en la sombra. Nuestra
mente es también como un jardín secreto abandonado en el que las zarzas
y las malas hierbas, -los pensamientos obsesivos, las emociones
perturbadoras, etc.-, crecen por doquier. Resultado de ello es un
estado mental y emocional confuso, agitado, en definitiva,
insatisfactorio. Sentimos malestar pero no sabemos lo que nos pasa. "Lo
que nos pasa es que no sabemos lo que nos pasa. Por eso nos pasa lo que
nos pasa", decía Ortega y Gasset. Para saber lo que nos pasa no tenemos
más remedio que mirar dentro de nosotros mismos, comprendernos a
nosotros mismos, hacernos íntimos con nosotros mismos, clarificar
nuestras aspiraciones, simplificar nuestros deseos y encontrar el
verdadero propósito de nuestra existencia. Esta es la mirada interna,
el gran regalo que la meditación tiene reservado para cada uno de
nosotros.
.Generando calma mental.
Zazen, la meditación zen, es una práctica espiritual muy antigua que
fue actualizada y utilizada por el Buda Sakiamuni como vía de acceso a
un estado existencial caracterizado por una profunda serenidad y una
lucidez aguda, gracias a las cuales pudo realizar la verdadera
naturaleza de la existencia y liberarse así de las falsas
representaciones creadas por la mente ilusoria.
Veamos en qué consiste una sesión de zazen. La agitación mental viene
dada por la dispersión (desenfoque) de la atención. Lo primero que
tenemos que hacer al comenzar una sesión de zazen es, pues, calmar la
agitación mediante la concentración (enfoque) de la atención. Para
ello, en primer lugar, enfocamos la atención sobre la postura corporal.
Creamos una base corporal sólida doblando las piernas en loto o en
medio loto, de forma que las dos rodillas en contacto con el suelo y
las nalgas en contacto con el zafu (cojín para zazen) formen una base
estable sobre la que pueda erguirse el tronco. Estiramos bien la
columna vertebral. Relajamos los hombros. La cabeza permanece justo
sobre los hombros, sin inclinarse hacia delante, detrás, izquierda o
derecha. Dejamos caer los brazos a lo largo del cuerpo y disponemos la
mano izquierda sobre la mano derecha, ambas pegadas al bajo vientre.
Una vez que nos hemos cerciorado de que la postura corporal es correcta
y equilibrada, enfocamos la atención sobre la respiración. Enfocar la
respiración sobre la respiración no quiere decir "controlar" la
respiración. La respiración no necesita ser controlada. Sucede por ella
misma. La inspiración sucede a la espiración y ésta a la inspiración
siguiendo un ciclo natural en el que la voluntad de manipular sobra.
Simplemente permanece atento a la respiración como si tu atención fuera
un corcho que flota sobre las olas de la inspiración y de la
espiración. Eso sí, no dejes que tu atención sea atraída por nada que
no sea la respiración. No luches contra las distracciones. Simplemente
enfócate con determinación sobre la respiración. De esta forma,
naturalmente, automáticamente, inconscientemente, tu actividad mental
se calmará.
.Nadando en las aguas cristalinas.
Cuando la superficie del agua de la mente está agitada es imposible
observar el fondo. Todo se vuelve confuso. Sin embargo, cuando la
superficie se ha calmado entonces puedes observar claramente el fondo y
sus contenidos.
Una vez que sientas que tu mente se ha aquietado gracias a la
concentración sobre la respiración, puedes abrir el campo de la
atención gracias a la observación. Los principiantes deben ser muy
cautelosos a la hora de pasar a la observación y deben asegurarse de
que el nivel de concentración, o quietud, no sufre mengua.
Puedes enfocar tu atención sobre las sensaciones: corporales, visuales,
auditivas, gustativas, olfativas y tomar conciencia (observar) de cada
una de ellas. Aquí debes tener mucho cuidado. ¿Por qué? Por lo general,
la mente tenderá automáticamente a catalogar las sensaciones como
agradables, desagradables y neutras. Las sensaciones agradables
generarán automáticamente una actitud emocional de apego, las
desagradables de rechazo y las neutra de indiferencias. Cuando una ola
se levanta, otras muchas la siguen inmediatamente y de esta forma
puedes encontrarte de pronto en un mar agitado, zarandeado por las olas
del apego y del rechazo.
La observación sólo puede tener lugar desde la ecuanimidad de la
concentración. Si sientes que estás perdiendo la ecuanimidad, debes
abandonar inmediatamente la observación y volver a enfocar tu atención
sólo en la respiración, de forma que la concentración y la quietud que
la acompañan sean reforzadas.
La concentración (ecuanimidad) es el submarino mono-plaza que
proporciona la protección necesaria para explorar (observar) la
riquísima fauna y flora de nuestra conciencia, sin peligros.
.Observando el color de las lentes.
Si tu concentración es notable y durante un espacio de tiempo aceptable
has estado explorando la riqueza de la actividad sensorial de tu mente,
puedes dar un paso más y enfocar tu atención en tus actitudes
emocionales. La amplia gama de emociones que los seres humanos somos
capaces de experimentar tiene tres raíces principales: el rechazo y
toda su familia (aversión, odio, antipatía, malevolencia, etc); el
apego y toda su familia (aferramiento, simpatía, identificación, etc.)
y la indiferencia y toda su familia (desinterés, etc.)Como se ha
dicho ya, el rechazo suele acompañar a las sensaciones y pensamientos
que la mente considera desagradables. El apego viene acompañando a las
sensaciones y pensamientos considerados agradables y la indiferencia
acompaña a las sensaciones y pensamientos considerados neutros.
Observar las actitudes emocionales a través de las cuales percibimos la
realidad es una práctica sutil y difícil que necesita una cierta
experiencia y un poder considerable de ecuanimidad. Se trata de tomar
conciencia del color de las lentes a través de las cuales percibimos la
realidad y, en la mayoría de los casos, una mente no entrenada es
incapaz de discernir la realidad objetiva de su percepción subjetiva.
Gracias a la práctica de la observación de las actitudes emocionales,
la mente misma puede verse a sí misma con mayor objetividad y liberarse
de las lentes coloreadas o, al menos, tomar conciencia del color (la
deformación) a través del cual está percibiendo. Esta práctica genera
una mayor ecuanimidad emocional y libera a la mente del penduleo
extremo entre el apego ciego y el rechazo visceral.
.Observando el observador.
Si tu práctica de zazen evoluciona naturalmente a lo largo del tiempo,
tarde o temprano te enfrentarás a la paradoja del observador observado.
¿Quién es el que observa? O mejor aún, ¿desde dónde parte la
observación? Lo observado depende del punto de vista desde el que se
observa. Según el punto desde el que parte la observación, la realidad
observada será una u otra. En este nivel de zazen, puedes tomar
conciencia de los contenidos mentales (programas, metaprogramas,
sintaxis, etc.) o presupuestos inconscientes desde los que parten tu
observación de la realidad que estás experimentando. Al tomar
conciencia de ellos puedes darte cuenta al mismo tiempo hasta qué punto
te sientes identificado (apegado) con ellos. Si, gracias a una
observación ecuánime, permites que esa identificación emocional se
disuelva, esos metaprogramas cognitivos perderán consistencia y podrás
liberarte de ellos. De esta forma, al cambiar los presupuestos de tu
observación, una nueva realidad aparecerá ante tus ojos.
Una vez en este punto, ya no podemos decir a ciencia cierta si es el
observador el que observa la realidad o es la realidad la que observa
al observador. Como decía Alan Watts, te experimentas a ti mismo "como
una abertura a través de la cual el universo se observa a sí mismo". En
palabras de un maestro zen:
"Miro la flor
Y la flor se ve a si misma
a través de mí.
La flor me mira
Y me veo a mis mismo
A través de ella". |
Más allá del observador y de lo observado.
Tu conciencia (la conciencia que el mundo toma de sí mismo a través de
ti) no es tuya. Carece de propietario. Su naturaleza es su propia luz,
gracias a la cual la realidad es lo que es en cada momento. Si has
llegado hasta aquí tu mente iluminada verá que las cosas son lo que son
y las aceptarás plenamente tal y como son. Si no has llegado hasta
aquí, las cosas son lo que son aunque no lo veas ni lo aceptes.
Luz y sombra.
Si te has sentado en zazen buscando la luz del espíritu no te extrañes
si te encuentras de frente con tus propias sombras, con los aspectos
más recónditos de tu inconsciente que permanecen ocultos a tu propia
conciencia ordinaria. Un viejo maestro zen dijo: "La luz existe en la
oscuridad, no veas sólo oscuridad. La oscuridad existe en la luz, no
veas sólo luz. Luz y oscuridad depende la una de la otra como el paso
de la pierna izquierda depende del paso de la pierna derecha". La toma
de consciencia de tu propia oscuridad y la aceptación de la misma son
requisitos básicos para comenzar a poner un poco de luz en la sombra.
De la misma manera que el reconocimiento de la propia ignorancia es el
comienzo del camino hacia la sabiduría, el reconocimiento de la propia
sombra es el comienzo del camino hacia la claridad. Cuida de no caer en
actitudes extremas: no creas que por haber clarificado un par de cosas
ya lo has clarificado todo, no creas que por que has encontrado zonas
oscuras, toda tu mente es oscuridad. La oscuridad existe gracias a la
luz que la percibe. Como decía el maestro Kodo Sawaki: "La oscuridad de
la sombra del pino depende de la claridad de la luna".
La guía y el guía.
Esta guía para la meditación zen es como un pequeño mapa introductorio.
No pienses que con él podrás iniciarte a la práctica de la meditación
zen. Las instrucciones directas de un maestro zen son imprescindibles.
La meditación zen es mucho más que una técnica de meditación y ni
siquiera un grueso manual puede suplir la enseñanza directa de un
maestro zen, de persona a persona, de corazón a corazón. El secreto de
zazen no está tanto en la técnica como en la actitud (ética) con la que
se practica.
Cuatro actitudes básicas.
A la hora de abordar una sesión de zazen es importante cultivar cuatro actitudes básicas:
1.
Actitud corporal. La posición corporal debe combinar dos aspectos:
estabilidad y vigilia. La postura de zazen en loto o en semiloto es la
que obtiene el mejor resultado de la relación estabilidad-vigilia. En
cualquier caso, es fundamental que la postura te permita permanecer
inmóvil y atento el mayor tiempo posible. A esto se le llama
estabilidad.
2.
Actitud emocional. No te apeges ni rechaces emocionalmente ningún
contenido de los que aparecen en tu campo de conciencia. Acepta cada
sensación, emoción o pensamiento tal y como es, sin elegir ni rechazar.
Si aparece en ti el apego o el rechazo, toma conciencia de que el apego
o el rechazo ha surgido en ti y déjalos estar sin darles importancia. A
esto se le llama ecuanimidad.
3.
Actitud mental. No tomes partido ni por ni contra nada, sea lo que sea.
No juzgues tus propios sentimientos, sensaciones o pensamientos. No
digas: "Esto está bien, esto está mal". Si aparecen juicios y
valoraciones en tu mente, toma conciencia de los juicios y valoraciones
que han surgido y déjalos estar sin darles importancia. A esto se le
llama objetividad.
4.
Actitud espiritual. No huyas ni persigas nada, sea lo que sea. No
quieras alcanzar nada ni liberarte de nada, sea lo que sea. Simplemente
quédate ahí, observando, aceptando que cada cosa es lo que es en este
momento. A esto se le llama apertura interior.
Efectos de la meditación zen.
No emprendas la práctica de zazen buscando resultados inmediatos. La
meditación no es una máquina expendedora de refrescos. Enfócate en el
presente y olvida el pasado y el futuro. Si continuas practicando cada
día con perseverancia, sus efectos irán apareciendo sutil y
paulatinamente. Entre ellos cabe destacar:
Despertar.
Las conciencias sensoriales se agudizan. El nivel de atención aumenta.
La conciencia de los actos, palabras, pensamientos y sentimientos se
vuelve clara. Esto hace que la mente en general pueda permanecer en un
estado de despertar óptimo.
Integración.
Se reduce la tensión generada por las contradicciones. Las parejas de
opuestos (cuerpo-mente, yo-otros, bien-mal, amor-odio) comienzan a
trabajar en sincronicidad armónica.
Integridad.
La armonización de las contradicciones y el estado de despertar te
ayudarán a sentirte íntegro y total en tus acciones, palabras y
pensamientos. Eres lo que eres y en cada momento estás haciendo lo que
estás haciendo, plenamente, con la totalidad de ti mismo.
Centramiento.
La integridad contigo mismo y en ti mismo te permitirá permanecer en
todo momento centrado en tu propio eje, tanto física como emocional y
mentalmente. Aunque todo se mueva dentro de ti y/o a tu alrededor,
sabrás encontrar el centro inmóvil y morar en él con calma.
Apertura.
La firmeza interior generada por el profundo centramiento al que induce
zazen te permitirá abrirte al mundo sin miedo y, al entrar en contacto
con él, podrás tomar conciencia del dolor y del sufrimiento de los
demás seres vivientes, así como de la gran oportunidad que es la vida
humana.
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